La vida va muy rápido ¿verdad? Los cambios en ocasiones se dan a la velocidad de la luz, y es inevitable sentir vértigo.
Cambian las modas, los hábitos, los amigos e incluso nuestra ciudad.
Todos hemos sido víctimas de la nostalgia: mirar fotos antiguas, acariciar nuestras mejillas de hace 10 años, evocarnos, revivir una felicidad pasada…
Y acordarnos de Jorge Manrique y de las coplas a la muerte de su padre.
“Cualquier tiempo pasado fue mejor”
El secreto consiste en darse cuenta de que nuestro yo del futuro, pensará lo mismo de nuestro yo del presente. Y empezar a disfrutar.
Nuestros pilares, ideas, valores y pensamientos se ven sacudidos constantemente, y es normal, muchas veces es difícil encontrarnos entre tanto ruido.
Solo entonces somos conscientes de la necesidad de pisar tierra firme y de la importancia de sujetarnos en medio de esta tempestad mediática.
En ocasiones tener las ideas claras es todo un reto.
Nunca deberíamos ser infieles a nosotros mismo, teniendo muy claro – y muy presente…
Qué no nos gusta
Qué nos gusta
Y qué podría llegar a gustarnos.
Saber en qué punto estamos y en qué punto queremos estar.
Si no sabes hacía qué puerto vas, todos los vientos son malos.
Hace una semana, paseaba por las calles de Madrid. Me adentré en la inmensidad de los nuevos centros comerciales. La ciudad ha cambiado.
Miré a mi alrededor, El Corte Inglés, Primark, Zara,… La calidad ha caído en picado. Una chaqueta de cuero, de verdad, es como un animal en peligro de extinción. Y si seguimos así, pronto será un fantasma.
El día que queramos comprar ropa que no sea sintética, tendremos que poner en marcha una investigación.
Mirar el lado bueno, solo necesitaremos una función de nuestras lavadoras “Sintético”. C’est fini.
¿Hemos dejado de apreciar lo delicado? ¿de verdad?
Dejé atrás los enormes edificios de paredes de mármol, fríos, y seguí caminando con mis mocasines por las calles de piedra.
La encontré, volvimos a encontrarnos. La chocolatería San Ginés. Un secreto a voces, un pequeño tesoro.
No me sorprendió la cola kilométrica; gente por todas partes tratando de entrar.
¿Quieres buena publicidad? Ofrece un buen producto.
La gente crea altas expectativas, altísimas sobre lugares como este. ¿Pero sabéis qué? Que las cumplen con creces.
Son pequeños tesoros. Con la tripa llena y los mocasines todavía en los pies, seguimos andando por las calles de Madrid.
Una tienda de guantes, artesanales, con alma. La historia de una empresa familiar que llevaba trabajando muchos años, con una gran experiencia en sus mochilas, a sus espaldas.
Todo un placer. Otro pequeño tesoro.
Y para terminar, nuestro sitio de siempre; escondido tras la plaza mayor, encontramos las mejores patatas bravas habidas y por haber. Un pequeño tesoro más.
Quizás sea mucho pedir, lo sé, pero en Taller Mocasín queremos ser vuestro pequeño tesoro, el que os acompañe a todos los demás; puede que sea en la calle Laurel de Logroño, en el alde zaharra de Donosti o en el barrio gótico de Barcelona.
Por un aparte, queremos reconocer el vínculo que se crea con los mocasines artesanales y con las personas que los crean. Por otra, creemos que es hora de potenciar y endurecer ese vínculo.
Tienes que pensar más en ti, y yo en mí, y así con todos. Deberíamos darnos más importancia a nosotros mismos dándole importancia a lo que comemos, a cómo vestimos,… Entre tanto turismo, ruido, innovación y cambio, agárrate a lo que te hace único. Nunca pierdas tus pequeños tesoros.
Haizea de Pedro
Copywriter
haizeadepedro@tallermocasin.com